domingo, 19 de mayo de 2013

Nadie merece estar triste; sé feliz.

Puedes parecer mil cosas, pero eres tan solo la mitad de eso; puedes decir mil palabras, pero tan solo sentirás la mitad de ellas; puedes perder mil cosas, pero tan solo apreciarás la mitad de estas. Yo fui aquel que sintió, sintió mucho el aprecio, el aparente aprecio que me brindaron unos pocos.
Puedes tropezar mil veces con la misma piedra, y levantarte; puedes estar hundido por factores que indirectamente te afectan, y levantarte; puedes caerte una y otra vez hasta estar harto de todo y de todos, y levantarte. Yo fui aquel que se tropezó, que estuvo hundido y que estuvo harto del mundo, y que ahora intenta levantarse.
Puede que te sientas solo, pero siempre habrá alguien o algo para agudizar y canalizar lo que quieres y no puedes transmitir; puede que te sientas triste, pero siempre habrá alguien que esté dispuesto a darlo todo por verte sonreír: aprécialo; puede que te sientas afortunado por la alegría que te rodea, pero esa vivacidad y armonía se reduce a nada si no es compartida por quienes desean tu felicidad como si fuese la suya. Yo fui aquel a quien la soledad le arrebató los sentimientos; aquel a quien, por suerte, la tristeza no llegó a penetrar en lo más profundo; aquel que ahora intenta ser feliz.
No me quedan ya palabras útiles ni tan siquiera oportunas para despedir a esa sensación pasada pero confusa que deseamos eliminar en nuestro interior, ese sentimiento del que queremos creer estar olvidando para autoconvencernos de que verdaderamente está ausente, allí, en un rincón del olvido, pero la cruda realidad nos hiere al hacernos ver que sigue latente el lado oscuro, el de soledad, el de tristeza, el del amor quizás, el de melancolía. Pero no nos quedemos con todas estas palabras vanas que no nos llevan a ninguna parte y convirtamos llantos en sonrisas, lágrimas en ganas de comerse el mundo, días grises en días inolvidables e inigualables, hagamos de la vida algo fantástico y maravilloso pues la vida se forma a través de los momentos en que has sacado lo mejor de ti para tirar hacia delante miles de situaciones en que te sentías perdido, y eso tiene un valor incalculable.
Verás, la dicha de la vida consiste en apreciar aquello que posees como si fuese el último día que lo tienes; tu felicidad no depende de esa gente que pueda decir de ti cuanto tengan a su alcance para dañar tu imagen. Tú eres tú, tú eres tus circunstancias, tú eres alegría porque eres digno de que así sea. No permitas que nadie entre en ti para llenarte de vacío; no permitas que nadie difumine tus ganas de vivir, ni tu sonrisa, ni tu dignidad.
¿Sabes? Sé feliz, pero no por el egoísmo que padecemos todos de preocuparnos tanto de nosotros mismos, sino para demostrarle al mundo que eres increíble, que puedes haber aguantado miles de luchas, que caminabas hacia adelante cuando el mirar hacia detrás era gris y desesperanzador.
Siempre, siempre acuérdate de los momentos que te has sentido realizado, los que te han hecho sentir valorado esas personas que siempre van a estar ahí.
Jamás estás solo, es simplemente una percepción equivocada de la compañía que anhelamos; siempre serás querido por alguien, quizás esté lejos o quizás lo tengas en frente, pero te quiere, tenlo por seguro. Sonríe, tienes mil razones para hacerlo. 

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