Puedes
parecer mil cosas, pero eres tan solo la mitad de eso; puedes decir mil
palabras, pero tan solo sentirás la mitad de ellas; puedes perder mil cosas,
pero tan solo apreciarás la mitad de estas. Yo fui aquel que sintió, sintió
mucho el aprecio, el aparente aprecio que me brindaron unos pocos.
Puedes
tropezar mil veces con la misma piedra, y levantarte; puedes estar hundido por
factores que indirectamente te afectan, y levantarte; puedes caerte una y otra
vez hasta estar harto de todo y de todos, y levantarte. Yo fui aquel que se
tropezó, que estuvo hundido y que estuvo harto del mundo, y que ahora intenta
levantarse.
Puede
que te sientas solo, pero siempre habrá alguien o algo para agudizar y
canalizar lo que quieres y no puedes transmitir; puede que te sientas triste,
pero siempre habrá alguien que esté dispuesto a darlo todo por verte sonreír:
aprécialo; puede que te sientas afortunado por la alegría que te rodea, pero
esa vivacidad y armonía se reduce a nada si no es compartida por quienes desean
tu felicidad como si fuese la suya. Yo fui aquel a quien la soledad le arrebató
los sentimientos; aquel a quien, por suerte, la tristeza no llegó a penetrar en
lo más profundo; aquel que ahora intenta ser feliz.
No
me quedan ya palabras útiles ni tan siquiera oportunas para despedir a esa
sensación pasada pero confusa que deseamos eliminar en nuestro interior, ese
sentimiento del que queremos creer estar olvidando para autoconvencernos de que
verdaderamente está ausente, allí, en un rincón del olvido, pero la cruda
realidad nos hiere al hacernos ver que sigue latente el lado oscuro, el de
soledad, el de tristeza, el del amor quizás, el de melancolía. Pero no nos
quedemos con todas estas palabras vanas que no nos llevan a ninguna parte y
convirtamos llantos en sonrisas, lágrimas en ganas de comerse el mundo, días
grises en días inolvidables e inigualables, hagamos de la vida algo fantástico
y maravilloso pues la vida se forma a través de los momentos en que has sacado
lo mejor de ti para tirar hacia delante miles de situaciones en que te sentías
perdido, y eso tiene un valor incalculable.
Verás,
la dicha de la vida consiste en apreciar aquello que posees como si fuese el
último día que lo tienes; tu felicidad no depende de esa gente que pueda decir
de ti cuanto tengan a su alcance para dañar tu imagen. Tú eres tú, tú eres tus
circunstancias, tú eres alegría porque eres digno de que así sea. No permitas
que nadie entre en ti para llenarte de vacío; no permitas que nadie difumine
tus ganas de vivir, ni tu sonrisa, ni tu dignidad.
¿Sabes?
Sé feliz, pero no por el egoísmo que padecemos todos de preocuparnos tanto de
nosotros mismos, sino para demostrarle al mundo que eres increíble, que puedes
haber aguantado miles de luchas, que caminabas hacia adelante cuando el mirar
hacia detrás era gris y desesperanzador.
Siempre,
siempre acuérdate de los momentos que te has sentido realizado, los que te han
hecho sentir valorado esas personas que siempre van a estar ahí.
Jamás
estás solo, es simplemente una percepción equivocada de la compañía que
anhelamos; siempre serás querido por alguien, quizás esté lejos o quizás lo
tengas en frente, pero te quiere, tenlo por seguro. Sonríe, tienes mil razones
para hacerlo.
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